Una mañana en Londres sonó el despertador. Nos duchamos, nos vestimos y salimos a desayunar cuando, de repente, nos dimos cuenta que todo estaba cerrado. No había nadie por las calles. Y es que en realidad sonó a las 6 de la mañana, la hora en la que el día anterior nos despertamos para volar hacia Londres!
Como era inpensable la idea de volver a dormir, salimos a la calle y paseamos por Portobello con todos los comercios cerrados, sin gente y vacío. Bueno, no del todo vacío. Los niños con sus boinas y las niñas con sus sombreritos comenzaban a salir de sus casas por Notthing Hill con sus uniformes y patinetes preparados para ir al colegio.
Una mañana en Londres sonó el despertador. Nos duchamos, nos vestimos y salimos a desayunar cuando, de repente, nos dimos cuenta que todo estaba cerrado. No había nadie por las calles. Y es que en realidad sonó a las 6 de la mañana, la hora en la que el día anterior nos despertamos para volar hacia Londres!
Como era inpensable la idea de volver a dormir, salimos a la calle y paseamos por Portobello con todos los comercios cerrados, sin gente y vacío. Bueno, no del todo vacío. Los niños con sus boinas y las niñas con sus sombreritos comenzaban a salir de sus casas por Notthing Hill con sus uniformes y patinetes preparados para ir al colegio.